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LA EXVIOLINISTA

-Mira Melisa, este piano se lo regalaron a tu tía hace unos... 30 años- dijo Francisco a su hija enseñándole la foto de un piano sacada de Internet.
Unas horas más tardes Melisa se acercó al lado de su padre y le preguntó:
-Papá, ¿cómo has hecho para encontrar la foto?
-¿El qué?
-La foto que me has enseñado antes, ¿cómo has hecho para encontrarla? ¿Te sabías el nombre?
-Sí, claro, si no fue muy difícil encontrarla- y al notar la decepción de su hija le preguntó -¿por qué?
-Me gustaría encontrar la foto de un violín.
El padre, extrañado y con cierta curiosidad por saber cómo era aquel violín -del que nunca había oído hablar- le dijo:
-Si quieres puedes coger mi ordenador y buscarlo, a ver si hay suerte.
Melis,a animada por esas palabras, salió corriendo para coger el ordenador y, en el despacho de su padre, buscar la foto.
Una hora más tarde le llamó:
-¡Papaaaaá!
-Dime.
-¡Lo encontré! ¡lo encontré!
-¿Sí?
-¡Sí! ¡Mira, ven!
Francisco entró y se acercó a la silla, donde apoyó una mano en el respaldo de esta y la otra en el escritorio mientras observaba la foto y frunció el ceño, extrañado, ¿habría entendido mal?
-Me gustaba mucho tocarlo, sonaba genial y su color blanco, siempre brillante, era espectacular, aunque aquí no se puede apreciar tanto.
-Lis, venga- dijo en tono cariñoso -deja las bromas, pero si tu, en esta vida nunca has tenido uno.
Ella se giró. De forma lenta y tranquila, su rostro estaba completamente pacífico y, clavando la mirada en los ojos de su padre dijo, con voz serena:
-Papá, y, ¿quién ha dicho que yo hable de esta vida?